-Decir
no te voy a hacer daño es una gran mentira, al menos vas a tener
sinceridad en nuestra relación-concluyó cerrando la puerta.
Recuerdo
la subasta, bueno no la recuerdo ni tampoco tengo la certeza de saber
que eso era una subasta.
Una
luz golpeaba mi desnuda figura dejándome completamente cegado.
-Empecemos
la puja de la última de las piezas de hoy- sonó una voz imponente
seguida de inexorables susurros- empezaremos con un millón de
dólares, es una pieza de gran calidad como podréis observar
¿alguien da más?- hubo un silencio- veo uno y medio por allí, dos
a la derecha, dos trescientos mil aquí delante.
-Doy
cinco millones y medio, en efectivo- dijo una voz viril y grave casi
exigiendo su victoria.
-¿Alguien
da más?-hubo un silencio rotundo- vendido al hombre por cinco
millones
Después
de eso, un pañuelo impregnado cubrió mi boca y nariz, y pronto
quedé inmerso en un profundo sueño.